La Guerra del Mirador

Mientras desenrollo mi colchoneta de yoga en el entarimado del mirador para mi entrenamiento físico de artes marciales, no sospecho que una guerra está a punto de declararse. Enciendo mi MacBook, le pongo en un taburete frente a la colchoneta, y apago el vídeo. En la pantalla, Maestra Evans empieza el calentamiento: “Vuélvanse hacia el Buda y hagan una reverencia…”

Después de veinticinco minutos de esfuerzo, llegamos a la parte que prefiero: los abdominales. Oigo un ruido débil de rascar arriba: un iguana está arrastrándose por la viga que aguanta el techo del mirador. Un pensamiento me pasa por la cabeza mientras respiro por el ritmo cada vez más rápido de los abdominales, con la voz de la Maestra por metrónomo. “Uno, dos, tres, cuatro, cinco…” Algo cae del techo a cámara lenta. Cierro la boca, aguanto la respiración y pongo los antebrazos por encima de mi cabeza. En vez de contar en voz alta con la Maestra, grito un “¡J***R!” poderoso. ¡Un iguana acabó de cagar en mí! La criatura sucia ha dado en el blanco dos veces: en el muslo y en el antebrazo. Limpio la mierda repugnante y me levanto. ¡Si es la Guerra que quiera, es la Guerra que obtendrá¡ Pongo el vídeo en pausa, transformando a la Maestra en una imagen fija en la mitad del séptimo abdominal. El delincuente todavía está en la viga, fuera de mi alcance, incluso con un palo. Necesito una arma, pronto. De repente una idea me viene a la mente: voy a buscar la barra metálica telescópica con qué limpian la piscina y vuelvo al mirador, blandiendo el accesorio de mantenimiento como si fuera la lanza de un caballero. El cuerpo del iguana está protegido por la viga pero su cola está colgando en el lado. La golpeo. No movimiento. La golpeo una segunda vez, más fuerte. El reptil se mueve de algunos centímetros. La golpeo de nuevo, esta vez fuertísimo. Él comienza a correr. Aunque ya no pueda ver la criatura, golpeo mi lanza en la viga. El alimaña defecadora corre para ponerse a salvo, salta del techo (una altura de aproximadamente 2m50), aterriza en el suelo y se escapa subiendo al árbol más próximo. ¡Victoria!

Este iguana pensará dos veces antes de cagar en un artista marcial.

 

Cédric, el 11 de enero de 2012