Encuentros en Colombia

Erica lleva el uniforme totalmente blanco del personal del hotel pero su sonrisa es aún más brillante. Se llena unas tareas que algunos consideran como faenas : cocinar y servir los desayunos, limpiar los pisos, las habitaciones, la ropa… Cuando damos las camas de nuestros peros para que les laven, la dueña se negó a utilizar la lavadora y la secadora ya que están reservados para la ropa y las sábanas, entonces Erica se los lavó a la mano. Así, sin resentimiento, con una sonrisa. Cuando Mai y yo estábamos escribiendo en la terraza sobre el techo, en el calor extrema de Cartagena, un ángel apareció con el regalo inesperado de dos jugos naturales de fruta, cortesía de la casa. Y cuando salimos del hotel, después de despedirnos del personal, Erica fue la única persona mirando por la ventana y haciéndonos adiós con la mano mientras el carro se alejaba.

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El hombre con los cocos siempre se encuentra en la misma esquina. Su machete abre los frutos de cáscara tan dura con una facilidad increíble, un talento desarrollado por una vida entera de práctica diaria. Recoge el jugo en un recipiente, se sirve una cucharada y se proba la bebida antes de verterla en bolsillas para el consumo individual. Él hace este control de calidad cada vez, y tira en el arroyo cualquier lote que no le satisfecha. En su escaparate ambulante, algunas palabras en letras mayúsculas: “Cristo te ama / Coco frío”.

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Pachacutec está de pie delante del altar, con su mujer y su hija, vestido de ropa Inca blanca y de un “uncu” tradicional rojo (un tipo de poncho). Saca una candela de su bolsa y empieza a frotarla suavemente y con amor sobre el pelo de la niña, su corazón, sus brazos. Pachacutec dota la candela con la energía de su hija antes de encenderla y de ponerla en el altar. Ahora arde la llama para ella. Después de una oración en silencio, prosigue con el mismo ritual para su mujer. De pie a un corto paseo, casi puedo tocar el Amor y la ligereza que emanan de este hombre. Por su mera presencia, Pachacutec hace un mundo mejor.

 

Cédric, el 26 de febrero de 2012